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Washington
Irving (1783-1859), considerado como "patriarca de la literatura americana"
y "el mejor escritor de habla inglesa de su tiempo" tuvo el privilegio
de vivir en la Alhambra mientras escribía el libro Cuentos de la Alhambra.
Después de recoger todas las leyendas de los habitantes de la Alhambra, y tras
investigar en los archivos de la Biblioteca universitaria granadina, desarrolló
un género de novela fantástica de imprescindible lectura.
Washington Irving es tan querido y recordado en Granada que goza de una placa junto a la Puerta de la Justicia. Además, una parte de los palacios tiene el nombre de Habitaciones de Washington Irving por ser allí donde residió. Su libro, Cuentos de la Alhambra, ha sido traducido a un gran número de idiomas y lo publican multitud de editoriales.
A continuación puede observar una lista de los Cuentos más famosos.
Foto:Carlos Solana
Otras Leyendas sobre la Alhambra
Leyenda sobre el nombre "Alhambra"
El nombre con el que se conoce este monumento, Alhambra, procede de una
palabra musulmana cuyo significado es "Fortaleza Roja". Sin embargo, existen
evidencias históricas de que la apariencia de la Alhambra era de un color blanco
resplandeciente. Por tanto, ¿cuál es el motivo de se conociera como castillo
rojo? La razón más aceptada por los historiadores está en su apresurada construcción.
Debido a esta prisa, eran muchos los obreros que intervenían, y el color rojo
provenía de sus hachas brillando al sol. Así mismo, por la noche se encendían
fogatas para iluminar los trabajos de construcción, lo que también daba un aspecto
rojizo para quien la observase desde la Vega de Granada.
Foto:Carlos Solana
Leyendas de La Puerta de la Justicia
Cuenta una leyenda sobre la puerta de la Justicia, relacionada
con la construcción misma de la Alhambra. Siempre se ha hablado de la dedicación
puesta en la construcción de la Alhambra, tanto en lo decorativo como en lo
arquitectónico. Se asegura que tan sumamente recia era su construcción que,
aún recibiendo el ataque de mil ejércitos enemigos, jamás caería. Así pues,
el día que la llave del arco interior de la Puerta de la Justicia y la mano
de su arco exterior se unan, es decir, si la Alhambra cae, será por que ha llegado
el fin del mundo.
Otra leyenda cuenta sobre el Arco de la Justicia, que tal era la magnificencia
de esta entrada a la Alhambra, que se aseguraba que ningún caballero, montado
a caballo con su lanza, podría tocar con la punta de ésta la mano esculpida
en lo alto del arco exterior. Tan seguros estaban de ello, que aseguraban que
quien lo consiguiese conquistaría el trono de la Alhambra.
Leyenda de La sala de los Abencerrajes
El nombre de Abencerrajes proviene del apellido de una familia de la nobleza
de la época, que tenían sus viviendas en el interior de la Alhambra. Dice la
leyenda que esta familia tenía como rival político a otra llamada Zenetes, los
cuales decidieron acabar con sus oponentes mediante una conspiración... Así,
inventaron una relación amorosa entre la sultana y uno de los Abencerrajes,
para conseguir despertar los celos y la ira en el sultán... El sultán, cegado
por la consternación, y en ocasión de una fiesta en la sala que lleva el nombre
de la familia, hizo decapitar sobre su fuente a los 37 caballeros que llevaban
el nombre de Abencerrajes. Se cuenta que el color rojizo que aun hoy día se
puede contemplar en la taza de la fuente, y en el canal que lleva su agua hasta
la fuente del Patio de los Leones, se debe a las manchas de la sangre de los
caballeros asesinados...
El Suspiro del Moro
Tras arrebatar los Reyes Católicos el último reducto de la dominación musulmana
a Boabdil (Mohamed Abu Abdalahyah); el rey moro y su séquito fueron desterrados
de Granada y les fue cedido un pequeño territorio en las áridas Alpujarras,
donde aguantarían aún unos años. La caída de Granada se debió a la despreocupación
de Boabdil por la defensa de Granada y su afinidad a las fiestas y al ocio.
Camino a su destierro, Boabdil no osó girar la mirada hacia Granada, y sólo
cuando estuvo a mucha distancia, sobre la colina conocida por El Suspiro del
Moro se detuvo y observando por última vez su palacio... suspiró, y rompió a
llorar. , y fue su propia madre quien le dijo: "Llora como mujer lo que no
has sabido defender como hombre".