Granada | Solidaria |
Articulo del Pais |
Sábado 9 noviembre 1996 - Nº 190
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INTERNACIONAL |
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M. CALVO / F. FORJAS , Burgos /
Valladolid
Los 60 vecinos del pequeño pueblo burgalés de Hornillos del Camino, a unos 30 kilómetros de la capital, salieron ayer a la calle nada más conocer la noticia del fallecimiento de Servando. En Hornillos vive la madre de este marista, Otilia, de 85 años, que estaba ayer totalmente abatida, y Evelio, uno de sus hermanos.
Los maristas temen que los autores de los asesinatos pueden haber sido los rebeldes tutsis. Los religiosos, asegura el marista Antonio Peralta, amigo de Servando, «se convirtieron en elementos incómodos para ellos. Eran molestos porque los tutsis quieren la muerte de los refugiados hutus y nuestros hermanos dieron la cara por ellos».
«Ha ocurrido lo que tenía que ocurrir. Él quería vivir así y no hay que dramatizar». manifestó ayer Jesús, en calidad de portavoz de la familia de Servando. El pasado 30 de octubre, desde la zona del conflicto, Servando se puso en contacto con su familia por última vez. Francisco recuerda que, posiblemente con el ánimo de tranquilizar a su madre, Servando les dijo: «Aquí los blancos no corremos ningún peligro». Pese a todo, su madre intentó sin éxito que regresara a España.
Cinco de los 10 hermanos Mayor García se decidieron por seguir sus vocaciones religiosas. Tres de ellos son maristas: Servando, fallecido ayer, Fernando, destinado en Bolivia, y Serafín, que trabaja en Córdoba.
Lucinio Pérez Porras, compañero de orden de Servando, destacó que «hace un mes, cuando vino a España, Servando reconoció lo difícil que era entender el conflicto africano. Era consciente del riesgo que corría y a pesar de ello no quiso volver aquí para seguir haciendo lo posible por aquella gente». Ruanda, donde Servando Mayor llevaba trabajando más de un año, fue su primer destino como misionero.
El otro marista burgalés presuntamente asesinado, Miguel Ángel Isla Lucio, nació en Villalaín, también un pequeño pueblo del norte, y llevaba menos de dos años en Ruanda. Argentina y Costa de Marfil fueron sus anteriores destinos. Javier Gallo, marista amigo íntimo de Miguel Ángel, recuerda que fue a Ruanda por un año y pidió a sus superiores que le prorrogaran su estancia en el país africano otro año más que no ha podido cumplir. «Para mí es un mártir», dice Gallo, «porque ha sabido dar la vida por los demás». Este marista cree que el cadáver de su amigo no debe volver a España: «Miguel Ángel ha dado la vida por África y seguro que él querría descansar allí».
Julio Rodríguez Jorge, vallisoletano de 40 años, y Fernando de la Fuente, burgalés de 53, acompañaban a Servando y Miguel Ángel en el campo de refugiados de Nyamirangwe. Es probable que uno de ellos esté muerto.
Julio llevaba en África 12 años «por vocación, porque era lo que quería, ayudar a los demás», afirmó ayer su hermana cuando se le dio por muerto. Era el menor de tres hermanos de una familia de agricultores de la localidad vallisoletana de Piñel de Arriba, a 65 kilómetros de Valladolid. La madre de Julio creyó volverse loca cuando, a mitad de tarde, le dijeron que su hijo no era uno de los fallecidos. El desconcierto y la inquietud se masticaba en el pueblo, de 170 habitantes que se dedican al cultivo del cereal y la vid. Piñel de Arriba decretó ayer dos días de luto por los misioneros.
En un primer momento se informó que el marista Fernando de la Fuente, burgalés y apodado el chileno por los años que pasó en aquel país, habría logrado escapar a la muerte.
El embajador español en Kinshasa, José Antonio Bordallo, dijo desconocer las circunstancias del fallecimiento de los misioneros. «No sabemos absolutamente nada. Estamos intentando por todos los medios recabar más datos de Bukavu y, por supuesto, intentar recuperar los cadáveres». El embajador de España en Tanzania, José María Sanz Pastor, tenía previsto viajar a Kigali para gestionar desde allí la repatriación de los cuerpos.
El director provincial de los maristas en Madrid, Adolfo Vara, afirmó que los fallecidos estaban dispuestos a dar su vida. El provincial de Levante, a la que pertenecía Miguel Ángel Isla, añadió que todos «tenían muy asumida su misión».
El arzobispo de Burgos, Santiago Martínez Acebes, aseguró que los religiosos decidieron voluntariamente permanecer en Zaire pese a las recomendaciones para que volvieran. «Si nos ordenan regresar, lo haremos, pero si sólo se nos aconseja preferimos quedarnos», dijeron. No querían volver a España, subrayó, porque «Jesús» les había «llamado para evangelizar» África.
El arzobispo de Valladolid, José Delicado Baeza, calificó de «mártires» a los tres maristas muertos y sentenció que «la sangre de los mártires es semilla de cristianos». Según datos de la delegación diocesana de misiones de Burgos, unos 35 religiosos de esta provincia trabajan en la zona del Zaire, 15 de ellos en los puntos más conflictivos. |
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